Hace unos meses una profesora de la universidad de Yale, Amy Chua, hizo mucho ruído al escribir un artículo titulado "Why Chinese mothers are superior".
Ahora leo un post de un blog escrito por un americano que vive y trabaja en España donde, aunque no lo dice abiertamente, se deduce que las madres españolas estarían detrás de las americanas y de las chinas.
Reproduzco aquí el post porque me ha parecido interesante:
Hace un mes, un becario de una de mis empresas dejó el trabajo.
Recibí su SMS durante los Venture Days del IE Business School. En los EEUU menos del 1% de los emprendedores levantan dinero, pero la mayoría de los finalistas del Venture Day reciben financiación.
Flipé cuando recibí el mensaje, porque parecía contentísimo en el trabajo. De hecho, le habíamos dado un mes libre para acabar sus exámenes con la idea de que después iba a recuperar el tiempo y que le ibamos a ofrecer un contrato fijo. Habíamos apostado muy fuerte por el, ya que lo que le faltaba en experiencia y madurez lo compensaba de sobra con ganas, esfuerzo, inteligencia innata e ilusión.
Algunos días después del mensaje vino a devolver las llaves del despacho.
Parece que está buscando un trabajo menos "agobiante". Hasta entonces, tendrá que vivir de la pensión de su padre jubilado.
Me cuesta entender la gente de su generación. Entiendo que por razones que escapan de su control, difícilmente tendrán un presente, sin hablar de un futuro muy prometedor. Sufren de un paro del 45%. Están perdidos e "indignados". Son Peter Pans frustrados. Los del PP llevan trajes de Carolina Herrera con tirantes, mientras que los del PSOE llevan vaqueros rotos de Bershka con tatuajes, pero debajo de los distintos disfraces, son iguales – una generación perdida, cabreada, inestable, emocionalmente inmadura, sin capacidad de lucha y con nada que perder.
ZP no tiene toda la culpa. Culpo a las madres españolas por esta generación Ni-Ni. Me encanta que la familia española sea mucho más unida que la familia estadounidense. Conozco a muchos españoles que rechazarían trabajos increíbles en el extranjero si ello implicase estar separados de sus padres. En mi caso, recuerdo que cuando cumplí 21 años, antes de la ceremonia de graduación de Yale, mi madre me explicó que estaba muy orgullosa de mí, pero que su trabajo principal como madre se había terminado. Mis padres emigraron de Jamaica a los EEUU para darnos una mejor vida; trabajaron como locos para poder comprarnos Reeboks y ropa "americana"; pagaron por mis viajes semanales del club de debate; nos llevaron de viaje a Francia, Inglaterra, etc. para mostrarnos el mundo y sacrificaron mucho para poder pagar su parte de los $40.000 anuales que era mi tuición de Yale.
Pero mi madre siempre entendió que su trabajo principal era darme las herramientas para poder ser económicamente independiente de ella, para poder alquilar o comprar mi propio piso sin su aval, para ser una buena pareja y en general para realizar mis propios sueños – en fin, para ser un adulto funcional y exitoso. Con un acento jamaicano todavía muy fuerte después de 18 años en EEUU, mi madre me dijo aquel día que tendría que buscarme la vida.
Cortó el cordón umbilical.
Hace unos meses, Amy Chua, una profesora de Yale, causó un furor con su artículo "Por Qué Las Madres Chinas Son Mejores". Argumentó que los padres americanos son muy blandos en comparación con los padres asiáticos, que en lugar de exigir que sus hijos se esfuercen para ser excelentes dentro de los limites de su talento, los padres americanos están demasiado dispuestos a aceptar la mediocridad, priorizar la "felicidad" de sus hijos y aceptar cualquier decisión que tomen y por eso China eventualmente ganará a EEUU como poder mundial.
Supongo que Chua nunca ha visto programas como "Aquí No Hay Quien Viva" o "Aída", donde los personajes más populares son tontos pringados protegidos de la vida real por sus familias. Estos personajes me parecen más tristes que cómicos.
Recuerdo mi primera relación en España. La madre de mi entonces pareja se sintió insultada cuando quería contratar a una asistenta. Para suavizar la situación, le ofrecí la posibilidad de lavar y planchar la ropa y prepararnos Tupperwares cada domingo. Estaba tan orgullosa de su rol de cuidadora dentro de la familia que vio a la mujer de limpieza filipina como competencia desleal. Desde mi punto de vista, tener hijos de 26 años que nunca han tenido que abrir su propia cuenta bancaria, cocinar por ellos mismos o planchar su propia ropa es malcriar a tus hijos, aunque lo hagas con todo el amor del mundo. Es crear niños grandes que no están preparados para afrontar al mundo real.
En muchos sentidos, la Crisis actual proviene del hecho de que el Estado español ha actuado como una madre española intentando proteger a sus hijos de las realidades del mundo. Si no estás dispuesto a trabajar o luchar, nadie tiene la obligación de subvencionarte la vida, ni tus padres, ni el Estado, ni tu jefe, ni tu pareja, ni los alemanes. Mimar a los hijos no les hace un favor, sino que los convierte en incapaces de luchar y les destina a una vida fracasada, tanto al nivel personal como profesional. Perderán contra los más fuertes y mejor preparados para triunfar. No exigir la excelencia de tus hijos u obligarles a ser productivos y responsables como ciudadanos, profesionales y personas, es una receta para crear una generación de LuisMas que viven del Estado y/o sus familias, y después están "indignados" cuando se enteran de que los inversores internacionales no les prepararen un Tupperware cada domingo.
Estoy contento de que mi madre me obligase a buscarme la vida, en lugar de ser un parasito eterno. La vida es dura, y a veces hay que sufrir mucho. Pero cada vez que sufro, aprendo, lucho y tengo fe de que eventualmente triunfaré si sigo trabajando duro. Ser adulto requiere la capacidad y flexibilidad de responder al mundo tal como es, con sus defectos y sus oportunidades, en lugar de esconder de ellas o vivir dentro de un Matrix de tu propia creación subvencionado por tus padres y/o el Estado.
Y sobre el ex becario, no tengo noticias suyas. Pero me dicen que ha decidido que quiere dedicarse al mundo político.
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