lunes, 3 de mayo de 2010
El Origen de las Notas Musicales
Guido de Arezzo (995-1050), es considerado el “padre de la música”. Fue quien dio nombre a las notas musicales, inspiradas en las silabas iniciales de unos versos dedicados a San Juan Bautista “Ut queant laxis” .
Ut queant laxis
Re sonare fibris
Mira gestorum
Famuli torum
Solve polluti
Labii reatum
Sancte Iohannes
“Para que tus siervos puedan exaltar a plenos pulmones las maravillas de tus milagros perdona la falta de labios impuros, San Juan”.
Arezzo denominó a este sistema de entonación “solmización”, y más tarde, “solfeo”. Usaba este sistema para la enseñanza de la música y prontamente adquirió gran popularidad y el Papa ordenó su introducción inmediata a la Iglesia.
En un principio la nota DO se llamo UT. Hoy en día solo se utiliza en el idioma alemán y para el Canto Gregoriano. La nota SI se forma por las iniciales de: Sancte Iohannes.
Guido D’Arezzo elaboró una aproximación a la notación actual, al asignar los nombres a las notas (excepto a la séptima nota, SI, que entonces era considerada un tono diabólico -Diábulus in música-) y desarrollar la notación dentro de un patrón de cuatro líneas (tetragrama), y no una sola como se venía haciendo anteriormente.
Fu hacia el siglo XVI cuando se añadió la nota musical SI, derivado de las primeras letras de Sancte Ioannes, y en el siglo XVIII se cambió el nombre de ut por DO (por Dóminus o Señor). En Francia se sigue utilizando la nota UT, aunque para el solfeo se usa el monosílabo “do” para evitar la complejidad que provoca la letra “T”.
También en este proceso se añadió una quinta línea a las cuatro que se utilizaban para escribir música, llegando a la forma en que hoy lo conocemos, llamada pentagrama.
Después de las reformas y modificaciones llevadas a cabo en el siglo XVI, las notas pasaron a ser las que se conocen actualmente: do, re, mi, fa, sol, la y si.
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